aprendí hace ya unos años, que en los últimos segundos de vida, el alma, intenta escapar... y escapa.
Me enseñaste hasta el final, hasta la última bocanada de aire, gracias.
Y seguir pensando que eres más guapo que el sol, y seguir pensando que eras quién más me quería, aunque tú no lo recordaras.
domingo, 12 de septiembre de 2010
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